El pasado 12 de junio, la Santa Sede hizo público el nombramiento de monseñor José Cobo Cano como nuevo arzobispo de la archidiócesis de Madrid. Sucederá al Cardenal Carlos Osoro Serra, que pasará a ser Obispo Emérito de la Diócesis.
Don José Cobo pasó por las Hermandades del Trabajo de Madrid al principio de su ministerio presbiteral, en el año 1994. Aunque acompañaba a los jóvenes de las hermandades se le veía por los distintos departamentos y grupos, con gran interés y aportando la novedad de su sacerdocio.
Desde del Departamento de Cooperación Social y Caridad, en el equipo donde yo colaboraba por entonces, recuerdo que pasaba por el departamento a menudo, valorando mucho la tarea que realizábamos en la acogida y el autoempleo en aquel momento en el departamento.
Su ministerio pastoral se ha destacado en lo social, tanto en parroquias como en movimientos y como de obispo auxiliar. Ahora como arzobispo también esperamos que siga en esa línea, que es la que nos está pidiendo el Papa Francisco, por eso recordaba en la homilía que “No olvidemos que somos una Iglesia samaritana”. Es la forma de caminar juntos en la Pastoral Social y promoción de aquellas personas más desfavorecidas y vulnerables, entre los que se encuentra hoy el mundo del trabajo, sin olvidar a los migrantes, esto lo vive nuestro Obispo como responsable de Migraciones en la Conferencia Episcopal Española.
Aprendiendo a empastar las diferencias, nos decía en la homilía, hoy se cumple esta escritura si atinamos a ser testigos de la voz de Cristo, pero no individualista y fragmentariamente, sino de manera comunitaria. No podemos ser parcelarios, sino integradores. Solo el esfuerzo en «ser uno para que el mundo crea» hará que sonemos de verdad a Cristo.
«Hoy es un buen momento para que reavivemos nuestra conciencia diocesana, inserta en la Iglesia universal, ha asegurado. Porque, como a los apóstoles en Pentecostés, Madrid necesita escucharnos, cada uno en su propia lengua, pero unidos. Todo ello, mediante el diálogo y el entendimiento, valorando la vida de nuestras comunidades, e impulsando parroquias y realidades eclesiales de todo tipo alrededor de la misión. Comunidades abiertas, familiares y, sobre todo, que remitan a Dios. Que proclamen con obras, palabras y celebraciones la fuerza seductora del Evangelio». «Queremos caminar siempre al ritmo ágil y libre de Jesús, el Cristo; siempre atentos a quienes quedan descartados al borde del camino, ha incidido. Las migraciones, la desigualdad, la soledad, la violencia y el sinsentido son los rincones donde las personas desplazadas, los pobres, los cautivos, los ciegos y oprimidos esperan a los seguidores de Cristo unidos, para ser rescatados y reconocidos como hijos de Dios».
Al finalizar la homilía Monseñor Cobo pide la oración y cercanía de todos. Desea que su guía sea la del Buen Pastor y los entrañables brazos de la Virgen de la Almudena.
Que estos ecos compartidos nos ayuden a caminar juntos en el camino sinodal desde la comunión, participación y misión que nos permita anunciar el Evangelio.