La oscuridad de nuestro mundo sólo desaparece a los ojos de la fe en Jesús resucitado. Es lo que Él puede ofrecernos a nosotros y al mundo. Es una oferta de sentido, pero una oferta libre para quien la quiera aceptar. Es una oferta que no se capta por los sentidos y, por tanto, no es verificable como los datos de la ciencia. Como dice Jesús: “dichosos los que crean sin haber visto”. Porque la fe, como la esperanza, lo es de lo que no se ve. Pues “esperanza de lo que se ve, no es esperanza” (Rom 8, 24), sino visión.