D. XXIII T.O. (B) Mc.7,31-37. 8 septiembre de 2024
Jesús cura a un sordomudo y le dice “¡Effetá!” (¡Ábrete!”). Se le abren los oídos y comienza a hablar.
Los “signos” que realiza Jesús son muy variados a lo largo del Evangelio y adquieren matices diferentes en función de la intencionalidad del relato de cada evangelista. Aquí podríamos subrayar el hecho de que esta curación se realice en territorio pagano (= universalidad de la salvación) o que, junto con el ciego de Betsaida (8,22-26) se realice en el contexto de unos discípulos que no entienden el mensaje de Jesús (8,14-21).
En este caso se trata de un sordo que, lógicamente, es también mudo. La sordera implica mudez. A un sordo le cuesta mucho hablar. Y aquí podríamos referirnos a nuestro mundo y a nosotros mismos: quien no escucha, no habla.
Don Tomás Priego Martínez.