El evangelio de este domingo nos trae las palabras apocalípticas que Marcos pone en boca de Jesús. Son imágenes que podrían aplicarse hoy en día a nuestra situación en el orden mundial, e incluso en el social más cercano. La desesperanza es un sentimiento generalizado en nuestro tiempo, que conduce a actitudes y propuestas extremistas y populistas de uno y otro signo.
Pero es importante atender a la segunda parte del texto, cuando Jesús pone el ejemplo de la higuera: cuando aparecen los brotes tiernos es que está cerca la primavera… Hay que buscar esos brotes tiernos en nuestro mundo porque ellos nos abren a la esperanza. Hemos de aprender a esperar, llenos de paciencia y esperanza. Son brotes tal vez pequeños, pero son brotes proféticos que nos dicen que no todo está perdido: “cielo y tierra pasarán, mis palabras no pasarán”.
El ritmo del Reino de Dios no se ajusta a las coordenadas del tiempo y el espacio de Einstein, ni se limita a la mecánica cuántica de Max Planck, ni busca los lejanos quásares de Hong-Yee… sino que se centra en la persona aquí y ahora.
Javier Prat Cambra

